Marrakech (I)
Era la primera vez que iba a conocer un país no occidental, lo cual me atraía mucho, y lo más accesible por la distancia (y por el bolsillo), era Marruecos. Quería conocer y ver con mis propios ojos, cómo es la vida más allá de lo que nosotros estamos acostumbrados a ver en el día a día, y que podemos encontrar en cualquier ciudad europea. El destino elegido fue Marrakech, la ciudad roja, llamada así porque todas las edificaciones son de ese color. Allí todo es diferente: las costumbres, la gente, sus creencias… Entras de lleno en otro mundo que, al principio, te choca bastante (sobre todo si es la primera vez, como era nuestro caso). Así que para los que lean la siguiente entrada y tengan pensado visitar Marrakech (y sobre todo que sea la primera toma de contacto fuera del mundo occidental) sabed que no sólo descubriréis los lugares sobre los que voy a escribir y que podréis visitar (y que sin duda merece la pena), sino que conoceréis otra cultura y otra sociedad muy distinta de lo que estamos acostumbrados. Os puede gustar o no, pero seguro que no os dejará indiferente.
Primera toma de contacto. Llegamos al aeropuerto “La Menara”, y la primera toma de contacto con esta ciudad fue el camino del aeropuerto al centro. No hay mucha distancia, pero fue la suficiente para recordarnos y dejarnos claro que veníamos de un país civilizado y llegamos a uno en el que no hay normas… El camino en el taxi fue flipante. Después de regatear con el taxista (luego os contaré lo del regateo), comenzó la carrera: adelantamientos imposibles a motos, personas, coches, y cualquier cosa que se pusiera por medio. Esto no os creáis que en una autovía como las que tenemos aquí de 3 carriles, era por una carreterilla de doble sentido, y el conductor intentaba adelantar a todo lo que se ponía por medio, y no paraba de dar volantazos bruscos en los adelantamientos para esquivar a los coches que venían de frente (y también el bordillo al otro lado de la carretera…) Menuda locura!! Por lo menos, queríamos saber a que velocidad chocaríamos con algo, pero era imposible porque la aguja del cuenta kilómetros no se movía, estaba rota… Y es que allí el 99,99999% de los taxis son coches (generalmente Mercedes) que tienen más de 25 años, y claro, se caen a cachitos…
Después de sobrevivir a esta primera experiencia, bajamos del taxi con nuestras maletas, y nos encontrábamos en la Plaza Djemaa el Fna, siendo abordados por todo tipo de gente ofreciéndonos servicios de alojamiento, restaurantes, baños turcos (hammam) y demás… Enseguida te “calan” y te hablan en español: –“¿De dónde sois amigos?” –“De Madrid”. –“Ooooh Madrid! ¿Que parte? Yo viví en Vallecas bla bla bla bla…”. Ellos con su buena fe intentan ser graciosos y amables para conseguir lo que cada uno te esté ofreciendo, pero de repente y recién llegados (y creo que más aún porque cargábamos con las maletas en busca del hotel) nos encontramos “acosados” por tres personas a cada paso que dábamos, que sumado al caos que hay alrededor… AGOBIA!!. Nosotros al menos así nos sentíamos, agobiados y nerviosos. Una mezcla de sensaciones durante la primera hora que estabamos allí (luego se nos pasó lógicamente), como de estar fuera de lugar, ante cosas que nunca habíamos visto. Era debido al cambio tan brusco que habíamos sufrido en apenas 3 horas, cuando aún estábamos en la normalidad de Madrid…
¡Esto es Marrakech, bienvenidos!
Dentro de la medina se encuentra la Plaza Djemaa El Fna, el alma de la ciudad, el sitio más especial de Marrakech, y probablemente de todo Marruecos. Por el día no parece gran cosa, a primera hora sólo encontramos puestos donde venden zumo de naranja recién exprimido, que por cierto, está buenísimo! Nosotros lo primero que hacíamos todas las mañanas era bebernos uno, y otros tantos más iban cayendo a lo largo del día (cuestan 10 dirhams, unos 90 céntimos).
Realmente la plaza no empieza a despertar hasta el atardecer, entonces es cuando cobra vida y se convierte en un auténtico circo caótico. La plaza nos ofrece todo tipo de espectáculos, que la gente observa formando un círculo y rodeando al artista en cuestión: encantadores de serpientes, bailarines, faquires, malabaristas… Normalmente, si eres turista y te paras más de la cuenta a ver el show y hacer alguna foto, te pedirán dinero, así que lo mejor es pasear e ir viendo un poquito de acá, un poquito de allá, sin llegar a detenerte en un lugar fijo e intentar hacer las fotos con disimulo…
Continúa el ajetreo, y nos encontramos desde vendedores de especias y dátiles que te ofrecen para que los pruebes, hasta… dentistas ambulantes!! Mostraban en un tapete las piezas dentales que le habían extraído en plena calle a algunos señores que padecían de dolores molares… Os animáis?? O__O
También hay mujeres que hacen tatuajes de henna, María se hizo uno, pero ojo porque hay que fijar el precio antes si no queréis discutir!
Pero lo que realmente es el mayor reclamo en la plaza (principalmente para los turistas) son los humeantes puestos de comida en los que se puede cenar bastante barato. Nosotros la primera noche dimos una vuelta, y los camareros de cada puesto venían a decirnos que nos sentáramos en el suyo, que es el mejor, que es más barato, y tal… Era imposible dar dos pasos sin que 4 camareros de diferentes puestos “lucharan” por conseguir convencernos mientras se gritaban entre ellos! Así que al final nos sentamos en uno cualquiera, total, más o menos son todos iguales. La comida no es que sea de primera calidad, pero es una experiencia, y por unos 8 € podíamos comer los dos hasta acabar llenos. En la carta hay ensaladas, pinchos morunos, pescado, cuscús, tajín de verdura, pollo… Todo buenísimo!! Aunque cuidado los estómagos delicados, avisados quedáis…
La cara oculta de todo esto, es que cuando terminamos de cenar, unas señoras mayores empezaron a coger nuestros platos con los pocos restos de comida que habíamos dejado y se lo guardaban. Y así iban de mesa en mesa, recogiendo comida y echándolo todo junto en la misma bolsa de plástico… Y es que si en la mismísima plaza de Djemaa el Fna, el punto más turístico de la ciudad, vemos estos reflejos de pobreza, es fácil imaginar que otros sitios estarán mucho peor…
En la plaza que hay cerca de la Koutubia (donde hay un montón de calesas de caballos), también hay bastante gente pidiendo. Yo me llevé un puñado de lápices del IKEA, y los repartí allí a unos niños que tendrían unos 10 años, que se pusieron súper contentos y salieron corriendo con ellos.
Para tomar un respiro y salir del ritmo frenético de la ciudad, el Jardín de Majorelle viene que ni pintado. Y hablando de pintura (ja!), esos jardines pertenecían al artista Jacques Majorelle, que tenía aquí su estudio. Luego pasó a ser propiedad del diseñador francés Yves Saint Laurent, el cual “revivió” el jardín, y del que hay una pequeña sala con algunos cuadros suyos. El jardín es un remanso de paz, parece mentira que dejemos fuera todo ese caos, y llegamos a un lugar lleno árboles fruteros, palmeras, cactus, estanques… y colores, sobre todo el predominante azul. La entrada cuesta 30 DH (2,70 € aprox.)
Y una de las cosas imprescindibles que hay que hacer en Marrakech, es visitar el Zoco. Cientos y cientos de puestos en los que venden babuchas, cachimbas, alfombras, lámparas, chilabas, cerámicas… casi todo lo que podáis imaginar!! Perfecto para hacer compritas (nos traímos a España una maleta llena a reventar…) y para conocer un poco mejor este país. También hay algunas tiendas de alimentación, en las que principalmente compra la gente local, y se puede ver la carne en la calle llena de moscas y expuesta a la contaminación de las motos que pasan constantemente al lado…
Se puede entrar en el zoco desde la plaza Djemaa el Fna, y sus callejuelas se extienden hacia el norte de la medina. Os daré unos pequeños consejos…
Primera regla: Olvidarse del mapa. Aquí no sirve para nada, es casi imposible orientarse por las miles de callejuelas que hay… Además, es mucho más divertido andar sin rumbo y perderse visitando sus tiendas :). Cuando nos cansábamos de las ajetreadas compras y queríamos volver a la plaza Djemaa el Fna (y no teníamos ni idea de dónde estábamos), preguntando en cualquier puesto nos indicaban sin problema.
Segunda regla: Pagar en dirhams. Cuando fuimos, 1 dirham eran unos 0,09 €, por lo que para hacer cuentas solíamos redondear con 10 DH = 1 €. Pero ojo! Porque esto es sólo para hacer una cuenta rápida y aproximada, ya que realmente 10 DH = 0,90 € aprox., por lo que nunca hay que pagar en euros porque ellos ganarían con el cambio (es decir, que algo que cuesta 200 DH, te dirán que vale 20 euros, pero realmente serían unos 220 DH). Se puede cambiar el dinero al llegar al aeropuerto, pero también hay oficinas de cambio por muchos sitios, incluso en los mismos zocos.
Tercera regla: A regatear! No os preocupéis por el idioma porque hablan perfectamente el español (con tal de vender yo creo que hablarían hasta chino). Cuando preguntamos cuanto vale algo, el precio que nos dicen de primeras suele ser 3 ó 4 veces mayor de lo que se puede llegar a pagar por ello… Así que tomarlo con paciencia para no ser timados!! A los vendedores les gusta mucho el palique y el cachondeo, y suelen alargar mucho el regateo y es toda una experiencia hablar con ellos, sobre todo de fútbol ya que son fanáticos de la liga española.
Al principio te da la impresión de que son duros y no van a ceder en el precio que dicen, pero nada más lejos… Lo típico es que no se llegue a un acuerdo, entonces nos íbamos de la tienda. Inmediatamente el vendedor salía y nos llamaba para volver a negociar rebajando un poco sus pretensiones… Eso sí, si vais a regatear largo y tendido, tener claro que os interesa el artículo en cuestión, porque si después de haberse tomado las molestias de negociar con vosotros y al final les dices que no lo quieres, se enfadrán bastante…
Otro método que nos funcionó, y que encaja más quizás para una compra grande (por ejemplo de varios artículos a la vez en el que se ponga un precio conjunto para todo), es que llegados al punto en el que el vendedor no cede más, le poníamos el dinero “literalmente en la mano” con nuestra última oferta. Si no es algo desorbitado, nos cogían el dinero al instante y accedían (no penséis en dar 10 euros por 14 alfombras y 23 zapatillas, cachondos), aunque luego nos llamen tacaños o catalanes, jejeje… Al fin y al cabo, si aceptan y te lo venden es que siguen ganando dinero, y tú estás pagando lo que crees que es justo.
Vuelta: lunes 8 de marzo de 2010, 13:05 / 16:05
Que bueno! Los países árabes me encantan! La verdad que es un contraste muy drástico en tan poco tiempo y eso marca. Yo la primera vez que visité un lugar musulmán fue en Tunez y literalmente flipé. A mi lo que más me llamó la atención fue la llamada a la oración desde las mezquitas y ver como literalmente se paraba la gente y se ponía a rezar.
Lo del regateo es cansino… CANSINOOO! También depende donde regatees, porque yo en China me reía y pasaba un rato agradable, pero normalmente en países árabes, el regateo es más fuerte y la verdad que no muy amable en muchas ocasiones…
Un saludo!
Pues te devuelvo la visita Dany :D
Buena entrada esta sobre Marrakech, a mi me llama la atención, pero a mi novia salvo los mercadillos no demasiado, a ver si pillo algún vuelo barato y aunque sea para una escapada de un par de días nos damos el gustazo de conocer la cultura árabe en vivo y en directo.
Saludos ;)
-Víctor ya te digo, fue la primera vez que conocíamos un país árabe y fue fipante el cambio de costumbres…
Lo del rezo también nos impactó, y más por el bote que pegamos en la cama la primera noche jaja
-José Carlos pues a ver si convences a tu novia y os animáis porque para una escapadilla está genial! Aunque lo del regateo como dice Víctor al final puede llegar a ser cansino, pero es una experiencia que hay que vivir :)
Buenas!
Gracias por pasarte por mi blog! :D Marrakech! Es mi próximo destino, gracias por esta entrada tan interesante.
Si te parece bien te agrego a la lista en mi blog.
Saludos,
Hola Dany. Muy buena la entrada. Pensaba ir estas navidades a Marruecos pero después de leerte lo tengo casi casi decidido. Me voy a hacer tu seguidora porque este blog promete y porque yo también soy de Leganés. Así que nada paisano nos veremos por aquí.
Saludos!!
Hola Dany, acabo de conocer tu blog a partir de "Mi patria son mis zapatos" y la verdad es que me ha gustado mucho.
Además, con esta entrada me has acercado un poquito a una ciudad que no conozco y que todo el mundo recomienda.
Un saludo
Isabel-: Gracias a tí por la bienvenida que me das en el comentario de tu entrada "Trenes de Lujo" (el de Suiza me lo apunto!). Pues seguro que te encantará Marrakech, a ver si termino y publico la segunda parte del viaje, y te sirve para calentar motores antes de partir ;) Te añado yo también!
Planifica tus viajes-: Muchas gracias por pasarte, me alegra encontrar por aquí a alguien de mi querida ciudad :D Veo que Marrakech está de moda jeje, me alegro haber contribuido en tu decisión final de visitar la ciudad. Ya me contarás!
Helena-: Me alegro que te guste el blog, yo también había estado trasteando por el tuyo en tus últimos relatos sobre Grecia (a ver si tengo tiempo y me los leo detenidamente) Saludos!