En España, normalmente esperamos a que los coches se detengan para cruzar por un paso de cebra, no? En Marrakech, esto es ciencia ficción… En ciertas zonas de la ciudad, podríamos esperar horas sin tener oportunidad de cruzar, así que prácticamente te tienes que “tirar” al paso de cebra con la esperanza de que la fila enorme de coches que se acercan a ti, se detengan. Y justo cuando estás pensando “no van a parar, no van a parar…”, parece mentira, pero se detienen. Las primeras veces nos acojonaba un poco, pero hay que armarse de valor e ir con decisión porque si no, no hay manera de cruzar de acera… Al final ya nos envalentonamos y acabamos cruzando carreteras por cualquier sitio a nuestro antojo, total, ya están acostumbrados a ese desorden y se paran en mitad de una rotonda si hace falta para dejarte el paso… Eso sí, con esto no me hago responsable de futuros atropellos jejeje.
Quizás donde menos nos encontremos con estas situaciones, debido a la presencia de semáforos (aunque muchas veces también se lo pasan por ahí…) es la Avenida Mohammed V, la avenida principal que desde la Medina llega hasta la ciudad nueva, llamada Guéliz. En el barrio de Guéliz, creado en los años 20 por la presencia de franceses, es donde se encuentran las viviendas más modernas, bancos, cafés, oficinas, restaurantes, etc…
La mezquita más significativa de Marrakech, y quizás uno de sus símbolos más importantes, es La Koutoubia, cuyo minarete es el punto más alto de la ciudad (tienen prohibido construir más alto). Sólo está permitida la entrada a los musulmanes, por lo que nos tuvimos que conformar con verla por fuera.
Un poco más alejado de la ciudad se encuentra el Jardín de la Menara, que vendría a ser lo que para nosotros El Retiro. Aquí vimos como paseaban los jovenzuelos marroquíes y cruzan miradas con los grupos de chicas, que visten algunas sorprendentemente modernas, y algunas mezclan esa modernidad con el velo. Es curioso porque parece como la época de los 60 en España cuando no existía esa libertad que hay ahora, y van allí a encontrarse, cosa que en sus barrios quizás estaría mal visto.


El sitio que más me sorprendió positivamente fue la Madraza Ben Youssef, una antigua residencia de estudiantes donde se estudiaba la lengua árabe, astronomía, y el Corán, entre otras cosas. Los antiguos alumnos que residían aquí tenían la suerte de alojarse en un complejo de una belleza impresionante, repleto de detalles de decoración trabajados en los techos de algunas salas y en la madera que abunda en el recinto. Nos recordó bastante a La Alhambra de Granada, que habíamos visitado el año anterior, por el estilo árabe-andalusí.
Sin duda una joya que no hay que perderse. La entrada nos costó 60 dirhams, pero también permite el acceso al Museo de Marrakech.
El Museo de Marrakech está al lado de la Madraza, y contiene una exposición de objetos tradicionales de Marruecos (cerámicas, alfombras, armas, etc). Pero más que por la colección de objetos (que no deja de ser interesante) merece la pena la visita por el edificio en sí, ya que el museo está emplazado en lo que era un antiguo palacio y es muy bonito, destacando la inmensa lámpara que hay en el patio central.





El último día que pasamos en la ciudad, decidimos contratar un guía por la mañana hasta mediodía, para que nos enseñara otros sitios menos turísticos que quizás por nuestra cuenta no hubiéramos visitado. Y es que aparte de llevarnos a los sitios que nos quedaban por ver de la parte sur de la ciudad y que habíamos acordado con él, nos llevó por calles secundarias pasando por un barrio en el que sólo vivía gente de allí bastante pobre, un mercado de frutas y verduras donde no se veía ni un turista, y más tarde por un laberinto de calles hasta llegar a los zocos de los herreros y de los carpinteros, que están un poco más apartados de los zocos normales, donde pudimos ver cómo trabajaban en los objetos que luego venden en las demás tiendas. El hombre con el que contactamos tenía la tarjeta de guía oficial (hay muchos que lo hacen de manera ilegal), nos contó un montón de anécdotas interesantes de cada sitio, y nos pareció muy simpático. El precio que acordamos con él fue de 200 dirhams toda la mañana. Os dejo su contacto por si a alguien le interesa.
Khalid Naciri – español, italiano, ingés y francés. +212 (0) 6 61 34 84 22.


Acompañados por Khalid, con quien habíamos quedado en la Plaza Djemaa el Fna, nos dirigimos a las Tumbas Saadíes (entrada 10 dirhams), que albergan los restos de los miembros de la Dinastía Saadí. La “Sala de las doce columnas” es la más importante, es donde está enterrado Áhmad al-Mansur y su familia, el más famoso de los sultanes y el responsable de la construcción del Palacio El-Badi (que se encuentra en Marrakech, aunque no lo visitamos). Se estima que las tumbas estaban escondidas aquí aproximadamente desde el año 1550, pero no fueron descubiertas hasta… 1917!!
Cerca de las tumbas, visitamos una de las puertas más chulas que hay en la muralla, Bab Agnau, y que en este caso permite el acceso a la Kasbah, la ciudad fortificada donde se encuentra el palacio real.
Gran parte de la Kasbah lo ocupa el Palacio de la Bahía. Este inmenso palacio que se construyó con el propósito de ser uno de los palacios más grandes del mundo, a finales del siglo XIX, cuenta con unos jardines de una extensión de 8.000 m². El responsable de levantarlo fue el gran visir del sultán, que lo utilizaba para su uso personal. Hay una gran cantidad de habitaciones que, según nos contó Khalid, estaban ocupadas por sus múltiples mujeres y amantes. De hecho, hay pasadizos desde algunas habitaciones de las esposas para llegar rápidamente a las otras habitaciones donde esperaban las amantes…
El pequeño Museo Tiskiwin contiene una colección de instrumentos y ropas de los pueblos bereberes, la entrada cuesta 15 dirhams.
Para el alojamiento, elegimos un riad. Se trata del alojamiento típico, un edificio con un patio central, que está lleno de plantas y una fuente en el medio, y las habitaciones dispuestas alrededor. Elegimos el Riad Andalla, y la verdad que es una maravilla! El precio son 60 € la habitación doble con desayuno.


Merece la pena pagarlo, está en una callejuela (que nos costó bastante encontrar) justo al lado de la Plaza Djemaa el Fna, por lo que la ubicación es inmejorable. Sobre todo teniendo en cuenta que no es muy recomendable alejarse de esta zona por las noches… Además todo el servicio del hotel muy simpáticos y agradables, e intentan ayudarte en todo lo que pueden. Nada más llegar, Christopher (el dueño), nos recibió con pastas, té y agua, y estuvimos charlando lo que buenamente pudimos durante un rato, chapurreando en una mezcla de inglés, español y francés…
Y las vistas que hay desde la terraza, de lo mejorcito. Con la Koutubia de fondo, abajo Dejemaa el Fna, y al otro lado la cordillera nevada del Atlas, tras el mar de tejados y antenas parabólicas de la ciudad. Además es en la misma terraza donde te sirven el desayuno ¿Hay algo mejor que estas vistas mientras te tomas el café mañanero?



Pues sí, hay algo mejor: las vistas que ofrece por la noche. Poder contemplar a nuestros pies el bullicio nocturno de la plaza, es algo mágico y que merece la pena disfrutar detenidamente.
En conclusión, Marrakech es uno de los sitios que más me sorprendido y de los que mejor sabor me ha dejado, fue una experiencia diferente a lo que había vivido hasta el momento, y creo que es el sitio perfecto para un primer viaje de contacto con otra cultura diferente a la nuestra. Y es que una ciudad que da nombre a un país, tenía que servir sí o sí para captar la esencia de esa región.
Haces bien en citar que en España "normalmente" se espera para cruzar a que se paren los coches o esté el semáforo en verde para los peatones xDDDD
De todo lo visto me quedo con La Koutoubia (un topicazo), con Madraza Ben Youssef y con el ambiente nocturno de la ciudad en general.
Buena entrada, tomo nota de esos sitios imprescindibles que no me debo perder :D
Saludos.
-José Carlos DS, digo normalmente aunque sabemos que no siempre es así… jejeje. Pero bueno el caso es que impacta el ver como te ignoran los coches y tienes que intentar que se vayan parando según cruzas.
Buenas elecciones, la Koutoubia es el símbolo de la ciudad así que es inevitable jeje. La Madraza es preciosa, y que decir del ambiente nocturno… eso hay que vivirlo!!
Gracias por comentar :)
Que buena entrada Dany, me encantan tus fotos. Sigo pendiente.
Un saludo!!
Muchas gracias Iacobum!
Hola Dany, ya me he puesto al día con el relato. Genial entrada.
Me ha gustado mucho lo que comentas del guía… el visitar los lugares "menos turísticos" de una ciudad tiene mucho encanto y más si te van contado cositas de cada lugar.
Un saludo
Hola Helena, la verdad que mereció la pena ver estos sitios menos turisticos, sirve para ver un poco más de la ciudad y su realidad. Y tuvimos la suerte de que el guía era super majete jeje.
Saludos!
Buenas Dany! Tiene que ser la leche Marrakech… Espero visitar pronto Marruecos en general porque cada vez que leo un relato de este país me pongo los dientes enormes.
Para cuando la siguiente escapada?
Marrakech es especial Victor, seguro que cuando vayas a conocerlo te encantará. Sobre el resto de Marruecos sólo conozco Tánger, que estoy preparando ya mismo la primera parte del viaje para publicarla, pero claramente me quedo con Marrakech no hay color :)
Lo de escaparse está complicado, este año estoy preparandome unos examenes que unido al curro no me lo permiten mucho… pero bueno supongo que algo surgirá jejeje de todas formas el interrail del año que viene es mi principal objetivo!! :D
Mientras tanto seguiré poniendome al día que aún me queda tela por contar en el blog: Tánger, Asturias, Cantabria y País Vasco, Amsterdam…
Pues si tienes trabajo si… jejejeje.. eso es bueno.