Trekking de 3 días de Kalaw al Lago Inle

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Una de las actividades estrella que se pueden hacer en Myanmar es sin lugar a dudas el trekking de varios días de Kalaw al Lago Inle, en el que el atractivo no son los grandes paisajes, si no la oportunidad de tener contacto con la cultura y gente local que nos encontramos por los campos durante el camino o en las remotas aldeas por las que pasamos para comer y dormir. Difícilmente en otro país de Asia encontraremos lugares tan auténticos que aún no hayan sido «contaminados» por el turismo de masas, por lo que la ocasión de conocer su modo de vida, costumbres y compartir con ellos unos ratos divertidos es una experiencia que no tiene precio.

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El trekking se empieza en la localidad de Kalaw, un pequeño pueblo de montaña en el centro del país a unos 200 kilómetros al sur de Mandalay. Llegamos allí a las 5 de la mañana procedentes de Bago en un largo viaje en bus nocturno, por lo que nos tocó ir de madrugada con la linterna en busca de alojamiento. Sí, en Myanmar es muy normal que los buses te dejen a horas intempestivas en el destino… Llevábamos algunos alojamientos apuntados, y tras dos intentos fallidos en los que nos fuimos porque nos parecía caro, llegamos a la acogedora Guest House Golden Lily donde nos dieron las llaves de la habitación para poder dormir lo que quedaba de esa noche sin coste (no habíamos pegado ojo en el bus) y la noche siguiente nos la dejaban a 14$, en habitación triple sólo para nosotros, con baño privado y desayuno, genial. Aprovechamos para dormir hasta las 10, luego no hay mucho que hacer en Kalaw, una pequeña pagoda y el mercado de abastos son los únicos lugares en los que entretenerse y pasear durante algún rato, así que nos limitamos a contratar la excursión del trekking y tomarnos el día de descanso, ya que nos esperaban tres jornadas intensas.

Contratar en Kalaw el trekking al Lago Inle

El trekking de Kalaw al Lago Inle aunque se puede hacer a la inversa, lo más normal es hacerlo empezando desde Kalaw, donde está casi toda la oferta. Existe la posibilidad de hacer el trekking en 2, 3 o 4 días en función de la ruta que se elija, lo más popular es hacer el de 3 días y así lo hicimos nosotros. Hay que contratar un servicio de guías ya que por nuestra cuenta sería inviable, en el alojamiento donde estábamos ofrecían el trekking, pero no nos convenció mucho y ya habíamos oído hablar muy bien de Sam’s Family Trekking, por lo que fuimos directos a preguntar. Nos atendió el propio Sam, dueño de la pequeña empresa familiar y su oferta fue: dos guías acompañantes (grupo máximo de 6 personas), comida/cocinero (2 desayunos, 3 comidas, 2 cenas), dos noches de alojamiento en casas de familias locales, el barco que cruza el lago Inle y el transporte de las mochilas grandes a nuestro hotel de destino. Todo por 40$ (USD) por persona, un precio muy razonable así que fue dicho y hecho, y nos alegramos de haberlo contratado con ellos porque fue todo perfecto. Lo único que no entra es el agua, pero se pueden comprar botellas en los pueblos durante el camino por unos 500/1.000 kyats.

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Es necesario reservar un hotel en Nyaung Shwe, la localidad de destino en el Lago Inle para que la agencia pueda transportar las mochilas y dejarlas allí. Aunque ellos pueden buscarte el hotel decidimos hacerlo nosotros tirando de las recomendaciones de alojamientos en Lonely Planet, y salimos en busca de un teléfono ya que no hay (o había) otra manera de reservar hotel en Nyaungshwe por falta de internet. Una mujer tenía el típico teléfono del año catapum encima de un taburete en la calle junto a su comercio, y llamamos desde allí fijando un precio (2 minutos por 100 kyats). Como recomendación para comer en Kalaw, nos gustó el restaurante Pyae Pyae Shan Noodle donde hacen unos chicken noodles muy decentes (1.500 kyats) y una pastelería con unos dulces increíbles.

Día 1: Salida de Kalaw y primera toma de contacto

A las 8 de la mañana habíamos quedado en el restaurante Sam’s Family también propiedad de la familia (donde suelen estar cuando no hay nadie en la oficina del trekking), allí conocimos a los compañeros que nos nos habían asignado, una pareja de franceses que viajaban con una amiga, con lo que seríamos un grupo de sólo cinco personas. Dejamos las mochilas grandes que la agencia transportaría al destino, sólo llevamos algo de ropa de muda para los tres días y nuestras cámaras, eso sí, las baterías cargadas a tope y batería extra o power bank ya que no hay electricidad en las aldeas. A las 8:30 nos pusimos en marcha.

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Las guías que iban con nosotros eran dos simpáticas chicas birmanas de unos 17 años, que compaginaban los trekkings un par de veces al mes para llevar algo de ingresos a casa y ahorrar para seguir estudiando, querían ser profesoras y nos contaban que en breve tendrían que abandonar su pueblo cercano a Kalaw para continuar los estudios en alguna ciudad más grande, pero que su deseo era regresar a su casa en un futuro para poder dar clases a los niños de Kalaw. Namb Bo, la mayor (a la derecha en la foto) hablaba bastante bien el inglés -la otra no tanto- y nos fue dando muchos datos de las plantas, cultivos y aldeas durante la ruta, siempre dispuesta a charlar sobre su cultura y preguntarnos sobre la nuestra, contarnos curiosidades y también hacía de traductora entre los habitantes de los pueblos y nosotros.

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Pasamos algunos tramos de montaña, que más tarde dieron paso a campos de cultivo y llegamos a la primera aldea. Para la hora de comer llegamos a la segunda aldea, en la que paramos a almorzar en casa de locales. La agencia les da una ayuda económica a cambio de realizar estas experiencias, y nos garantizaban que pese a que todos los días salen trekkings de Kalaw, van alternando las casas y variando la ruta siguiendo una especie de rotación, de manera que cada casa sólo recibe una visita a la semana. De momento esto es posible, pero en el momento que el turismo siga aumentando (lo cual ya está ocurriendo) no sabemos qué consecuencias va a traer… La verdad es que por el camino no nos encontrábamos a otros grupos y en los pueblos coincidíamos como mucho con dos o tres que se quedaban en otras casas, pero también es cierto que no era temporada alta.

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Entre las guías y los propietarios de la casa preparaban la comida, que en este casó consistió en noodles con verduras, tomate fresco y sopa. Namb Bo también hizo de intérprete birmano-inglés para que pudiéramos preguntarles cosas a la familia y ellos a nosotros, ya que la curiosidad por ambas partes es enorme. Se dan situaciones muy divertidas en las conversaciones, y aprovechamos para preguntar muchas cosas sobre su día a día. Una anécdota graciosa es que la mujer anciana de la casa le echaba a María 17 años y a mí 20, y cuando le dijimos nuestra verdadera edad no se podía creer que aún no estuviéramos casados.

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Después seguimos la marcha, el sol apretaba pero no se hizo muy duro porque la mayor parte del recorrido era sobre llano. Nos encontramos con niños que venían de la escuela, que cada día para ir a clase tienen una hora de trayecto caminando desde sus casas y además de cargar con sus cuadernos, lo hacían con sus tarteras y el más mayor incluso con unos bidones para llevar el agua. Todavía aún se les hace raro la presencia de turistas y la mayoría son muy tímidos, pero en cuanto cruzas con ellos la mirada te regalan una sonrisa. Más tarde llegamos a un monasterio donde encontramos a los pequeños monjes jugando al fútbol, y después sobre las 16:30 a Kyauk-Su, donde haríamos noche. En total andamos unas 6 horas este día.

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Nos hospedamos en casa de otra familia, en la parte de abajo guardaban el grano para el ganado y en la parte de arriba estaba la zona habitable, como en la mayoría de las casas de aldeas birmanas. Para dormir compartíamos habitación todos apretados con nuestros compañeros franceses, nos facilitaron mantas tanto para mullir el suelo (lógicamente no hay colchones) como para arroparnos, que hacía bastante rasca por la noche. La cena de esa noche consistió en arroz, pollo al curry, verduras y sopa, para prepararlo estuvimos con la familia alrededor del fuego compartiendo otro de los momentos estelares del día. Son esos instantes los que realmente valen la experiencia de hacer el trekking, y de los que a día de hoy nos acordamos con cariño.

Día 2: Compartiendo sonrisas

Nos levantamos a las 7, un poco doloridos del primer día durmiendo al raso y además habíamos pasado más frío del que pensábamos, pero más o menos descansamos. Observamos como nuestras guías se aplicaban el tanaka, una especie de maquillaje-protector solar natural de color amarillo que se extrae del tronco de un árbol que lleva ese mismo nombre, y que se lo veíamos en la cara a casi todas las mujeres y niños (y algunos hombres) del país. Es una de las costumbres culturales más arraigadas, por lo que todas las mañanas es su ritual.

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Tanaka aquí, tanaka allá, maquíllate, maquíllate

A las 8 ya estábamos caminando, pero justo antes de dejar atrás la aldea nos encontramos con una familia con una bebé enrrollada en una manta al más puro estilo birmano, y Nam Bo insistió a María para que la cogiera en brazos porque se le estaba cayendo la baba… ¿No es una monada? bigsmile

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Sobre las 12 y haciendo algunas paradas, llegamos a la aldea donde comimos en la casa de una mujer encantadora que se quedaba alucinada al verse en las fotos de nuestra cámara. Pena no poder enviarle impresa una fotografía suya para que la tenga de recuerdo… (si alguien va para allá, que avise jeje). Después de la comida nos echamos una pequeña siesta para reponer fuerzas y continuamos el camino.

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La gente que nos encontrábamos nos hacían recordar que no hace falta tener mucho para ser feliz, nunca les falta la sonrisa en la cara y siempre intercambiamos al menos un «mingalabar!» (hola!). Un buen gesto es llevar desde casa algo de ropa que no usemos para regalar en las aldeas, sus recursos son escasos y lo agradecerán muchísimo. Nosotros al estar en ruta dando la vuelta al mundo en un viaje de ocho meses no pudimos, pero a los que vayáis de vacaciones os animamos a rebuscar en vuestro armario y aportar algo.

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Al igual que el día anterior llegamos sobre las 16:30 al pueblo donde paramos a dormir (en total unas cinco horas y media caminando), este se llamaba Poo Hupauk. Nos recibieron unos cuantos aldeanos curiosos que se acercaban a saludar, las guías estaban descansando y todos los intentos de conversar pasaban por gestos y al final terminábamos todos partiéndonos de risa. Nos enseñaron una zona donde nos podíamos «duchar» al aire libre con unos cubos de agua, y más tarde preparamos la cena junto a las guías y el dueño de la casa.

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Día 3: la llegada al Lago Inle

El último día tocaba madrugón, después de un completo desayuno de café/té, crepes de aguacate (riquísimos) y fruta, a las 7:30 ya estábamos en marcha. Seguíamos por caminos de tierra y atravesando campos de cultivo, pero sin ninguna dificultad porque estaba todo seco y nada embarrado, ¡tuvimos mucha suerte con el tiempo!

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¡Mirad que guapos salís!

Se hizo un poco larga la jornada, sobre todo la última parte antes de llegar al Lago Inle que es un buen tramo de descenso por algunas zonas de roca. Ya había ganas de llegar, en total caminamos unas cinco horas.

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Por fin llegamos a una caseta que marcaba la entrada al área del Lago Inle, en la que tuvimos que pagar una tasa de ingreso de 10$ por persona (importante que los billetes de dólares estén en perfecto estado y si una sola arruga, o no los aceptarán…). Justo al lado hay un restaurante donde paramos a recuperar energías y después llegamos a las barcas que nos llevarían a Nyaungshwe cruzando el lago, esto lo teníamos incluido en el precio del trekking. Era una barca larga de madera con motor en la parte de atrás, en ella surcamos uno de los numerosos canales rodeados de cultivos que hay alrededor del lago en los que habitan los Intha (llamados hijos del lago). En total más de 90.000 personas viven en las orillas del Lago Inle en aldeas y casas flotantes.

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El Lago Inle es enorme, de ancho sólo tiene 5 kilómetros pero de largo mide unos 100 km, siendo el segundo lago más grande en extensión de Myanmar y de los más altos, situado a 884 metros sobre el nivel del mar. Nos cruzamos con locales que venían del pueblo en barcas tan cargadas de productos que parecía que se iban a hundir, y algunos monjes que seguramente acababan de visitar la pagoda Phaung Daw Oo, una de las más importantes del país situada en el extremo sur del lago, pero nosotros íbamos en dirección norte a Nyaungshwe, la ciudad más grande y base principal.

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También tuvimos la suerte de ver a unos cuantos de los famosos pescadores del lago, conocidos por su peculiar manera de remar sujetando el remo con la pierna para tener las manos libres y poder trabajar con las redes.

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Finalmente llegamos a un largo canal que lleva hasta Nyaungshwe, y después de abandonar la barca nuestras guías nos acompañaron hasta la puerta de nuestro hotel donde nos despedimos de ellas. Era el Hotel Nawng Kham (20$), y allí ya estaban nuestras mochilas grandes esperándonos. En la misma recepción compramos el billete de bus para ir a Mandalay al día siguiente a las 17h. por 11.000 kyats cada uno, y el resto del día lo empleamos en dar un paseo por el pueblo, el mercado y descansar. Al día siguiente antes de partir es bastante popular contratar una excursión en barca muy temprano para navegar por el Lago Inle con más calma, pero dado que ya habíamos cruzado el lago, decidimos no hacerlo. Eso sí, nos merecíamos una buena comida para celebrar «la hazaña» del trekking y lo hicimos en el restaurante Lotus, un plato de noodles cada uno, con bebidas y una especie de pizza de chocolate de postre (7.000 kyats).

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Durante los tres días de trekking recorrimos 48 kilómetros desde Kalaw al Lago Inle, los desniveles no son muy fuertes, y aunque requiere un mínimo de condición física la dificultad de la ruta es baja (al menos sin lluvia) y es apta para la gran mayoría de gente. Como experiencia fue totalmente recomendable, es la mejor manera de profundizar en la cultura del país y ver de cerca las forma de vida de las personas que conviven más aisladas fuera de las grandes ciudades, que al final es lo que visita la gran mayoría.

Este es el recorrido aproximado para que os hagáis una idea:

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Nota: este viaje lo hicimos en febrero de 2014, y dada la velocidad a la que está cambiando este país por el incremento del turismo puede que algunos servicios, infraestructuras o precios hayan cambiado. Si has estado allí después de nosotros, ¡cuéntanos tu experiencia en los comentarios!

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4 Comentarios

    Me parece una experiencia brutal y me encantaria hacerla algún día. De hecho está en mis posibles este verano, ya os acribillaré a preguntas si al final voy a Myanmar…. Un abrazo amigos

      Author

      Pues si tienes oportunidad de hacerlo este año, hazlo Fran, el país cambia a una velocidad de vértigo! Ya nos dirás, aquí estamos para aclarar tus dudas ;) Un abrazo!

    Genial el blog y muy buen post!

    Yo voy a finales de julio dos semanas. Nos gustaría hacer el trekking pero al revés, de inle a kalaw. Sabes si es posible?? Teneis algun contacto??

    Muchas gracias!

    Saludos

      Author

      Gracias Armin!

      No tendrás ningún problema, aunque hay menos oferta que en Kalaw, en Nyaungshwe encontrarás agencias que ofrecen los servicios de guías para el trekking.

      Ya nos cuentas a la vuelta que tal fue, saludos! ;)

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